lunes, 1 de junio de 2009

Fito en el escenario; Charly viendo al hijo prodigo


Hace unos años.

En el centro de la escena y absorbiendo los flashes, estaba él, la estrella de la noche: Fito Páez. Sentado a su izquierda, debajo del escenario, Charly García hacía algo que hace apenas unos años le era inadmisible: pasar desapercibido. Esperando pisar las tablas, parado a su derecha, Juan Carlos Baglietto lo contemplaba como si se tratara de aquel pibe que cobijó a principios de los ochenta. A su alrededor, corriendo endemoniado con su guitarra, Juanse desplegaba su Circo de rock&roll.
La postal se completaría con el Luna Park abarrotado de un público que canta con la pasión de quien relata su vida. En el marco de un concierto de estas característica, no desentonó la inclusión de “Sigue girando” (el último clásico de Ratones Paranoicos), “La vida es una moneda” (aquella gema que fue bandera de la trova rosarina en la voz de Baglietto) y “Cerca de la revolución” (Charly se salía de la vaina por subir a tocar, pero su entorno prefirió preservarlo). Entonces, después del derrotero de canciones, Páez se calzó su guitarra y “Mariposa Technicolor” le bajó el telón a la velada.
Charly García salio del Luna muy apurado en auto custodiado de sus allegados.

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